Ibéria vista do céu e do Atlântico. Foto da NASA |
Catalunha quer mais euros, ou ver-se livre de Madrid?
A crise espanhola não é uma crise qualquer. Deixou de ser apenas uma crise financeira e económica grave, para ser também uma crise constitucional e de estado gravíssima. Madrid chama-lhe uma ‘crise territorial’, mas é muito mais do que isso. Parece que os catalães devem mais ao resto de Espanha do que o resto de Espanha lhes deve. Seja como for, os nossos irmãos ibéricos estão, outra vez, numa encruzilhada perigosa.
O chamado 'estado das autonomias' é um eufemismo caríssimo, para o qual não há mais financiamento nem futuro na sua presente formulação e configuração. Foi inventado depois da morte de Franco para lidar com a questão pendente desde o regresso às fronteiras europeias: que unidade querem os povos e as nações históricas da Espanha pós-imperial? Uma monarquia constitucional e um estado uno e indivisível, como a que existe neste momento? Uma confederação de nações sob uma monarquia a quem todos confiam a responsabilidade de defender a honra, a representação e o território? Ou querem uma república federal? Ou querem a completa balcanização de um país que apesar de todas as suas diferenças agiu como um só ao longo de quase seiscentos anos, e com o qual tantas fricções, e até mais do que fricções, tivemos?
É provável que venha a conseguir-se uma solução de compromisso para a crise instalada com a convocação unilateral do referendo sobre a independência da Catalunha para 9 de novembro de 2014. Mas se as posições continuarem a extremar-se, como parece ser o caso nestes últimos dias de 2013, tudo se torna mais imprevisível.
Os excertos que retirei de alguns artigos recentemente publicados na imprensa espanhola dão conta de uma agudização evidente da crise de identidade que voltou a dividir os espanhóis.
La oligarquía catalana contra España: cajas y bancos (2) — por Roberto Centeno, El Confidencial, 23/12/2013.
"Ahora confiesan públicamente que no era la independencia lo que querían, sino prebendas y ventajas fiscales similares a las del País Vasco, algo que saben imposible, porque el País Vasco es el 6% del PIB de España y Cataluña es casi el 20%. Este sistema destruiría económicamente la nación española, por lo que sería mejor que se independizaran y se llevaran su deuda, sus productos y sus empresas, salieran del euro y se buscaran la vida por su cuenta, y que España buscara la formación de un Estado confederado con Portugal con 750 millones de personas hablando español o portugués y unos lazos profundos con decenas de países."
El nuevo pacto fiscal para Catalunya — por Josep Sánchez i Llibre, Diario Crítico, 26/12/2013.
La reivindicación catalana de un pacto fiscal con el Estado que equipare su situación a la del concierto vasco o al pacto navarro suele ser rápidamente desestimada bajo la excusa de no hallar acomodo en la Constitución. Y sorprende esta afirmación sin base alguna, puesto que tampoco la Carta Magna alude en ningún momento a la necesariedad del concierto vasco. Léase del derecho o del revés, la tantas veces invocada Disposición Adicional Primera no menciona el concierto e incluso, a los efectos de su interpretación auténtica, sería oportuno recordar que durante la tramitación de dicha norma fueron rechazadas diversas enmiendas que pretendían garantizar explícitamente tal figura.
[...]
Sin embargo, el Estado no puede mantener de manera indefinida su oposición a un sistema fiscal reivindicado continuamente desde Catalunya y que incluso se configura en su propio Estatuto de Autonomía. El nuevo pacto fiscal, con efectos equiparables al concierto, no sólo es una aspiración política de un territorio con un intenso sentimiento nacional y voluntad de autogobierno, sino que, además, responde a criterios de equidad y de eficiencia económica.
Cuando Pujol le dijo a Garaikoetxea que Cataluña no quería un concierto como el vasco o el navarro — por Manuel Ángel Menéndez, Diario Crítico, 26/12/2013.
En 1978, los nacionalistas Carlos Garaikoetxea y Jordi Pujol mantuvieron una reunión en la que Garaikoetxea le planteó a Pujol que Cataluña también podía reivindicar un Concierto o cupo tal y como iban a obtener Navarra y Euskadi. Garaikoetxea le informó detenidamente a Pujol de las excelencias de ese trato preferencial, pero Pujol desechó tal fórmula por no considerarla conveniente para Cataluña. Luego, muchos años después, eso mismo es lo que reivindicó Artur Mas frente a Mariano Rajoy.
El nacionalismo catalán contra España (1): el caso de Repsol — por Roberto Centeno, El Confidencial, 16/12/2013.
Los Gobiernos sucesivos han confundido la delegación de competencias estatales a las autonomías con la disolución del Estado y actúan como bandas de prebendarios, mafias dedicadas a colocar a los suyos a cientos de miles y al expolio a gran escala, lo que ha arruinado a la sociedad civil. La catástrofe económica, política y social provocada por la Transición no tiene precedentes en la Historia de España ni en la de Europa.
Uno de estos desastres ha sido el desmantelamiento industrial, que del 34% del PIB en 1975 ha pasado a solo el 14% hoy. Los tres principales responsables de esto son tres. El primero, Adolfo Suárez, que dividió España en 17 pedazos contrarios a la realidad objetiva e histórica de nuestra nación: ¡este calamitoso ignorante hasta dividió Castilla en 11 trozos! El segundo, Felipe González, que con tal de “pasar a la Historia” como quien llevó a España a la Unión Europea desmanteló, literalmente, la industria pesada, la pesca y la producción lechera para que nos admitieran, un peaje disparatado que no ha pagado ningún otro país. El tercero, el nacionalismo catalán.